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El blog de la Oftalmología

Glaucoma neovascular

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El glaucoma neovascular, glaucoma rubeótico, glaucoma congestivo o glaucoma hemorrágicoes un tipo de glaucoma secundario, es decir, que aparece asociado a otras enfermedades y que se produce como consecuencia de la formación de nuevos vasos sanguíneos en la parte anterior del ojo, concretamente en el iris y en el ángulo iridocorneal de la cámara anterior (la cámara formada por el iris y la córnea). Estos nuevos vasos anormales o neovasos aparecen como consecuencia de una falta de oxígeno (isquemia) crónica y mantenida de la retina, lo que estimula la formación de nuevos vasos sanguíneos en un intento de oxigenar mejor esta capa del ojo a través de un fenómeno conocido como neovascularización. Cuando los vasos alcanzan el ángulo que forman la córnea y el iris, por donde se drena el humor acuoso, se puede producir la obstrucción o el cierre total del ángulo, lo que desencadena una elevación de la presión intraocular (PIO) y daño en las fibras del nervio óptico secundario.

Las causas principales que provocan este tipo de glaucoma son las oclusiones venosas o arteriales de la retina, la retinopatía diabética, los desprendimientos crónicos de retina, infecciones, tumores o enfermedades vasculares sistémicas.

En el glaucoma neovascular, al igual que en otros tipos de glaucoma, el diagnóstico precoz resulta fundamental para frenar el avance de la enfermedad y, por lo tanto, la pérdida de campo visual. El diagnóstico puede complicarse porque, inicialmente, los pacientes con glaucoma neovascular pueden no presentar ningún síntoma hasta la fase más grave cuando puede producirse dolor, disminución de la visión, edema de la córnea, distorsión en la forma de la pupila, enrojecimiento y congestión del segmento anterior del ojo.

El tratamiento de este tipo de glaucoma debe abordar tanto la causa que provoca la aparición anormal de vasos sanguíneos como el control de la presión intraocular (PIO) que genera el daño en el nervio óptico. Para frenar el crecimiento de neovasos, los oftalmólogos especialistas en retina pueden emplear terapias con láser, crioterapia o inyecciones intravítreas de medicamentos antiangiogénicos, unos fármacos de aparición reciente que han demostrado mucha eficacia impidiendo la proliferación de nuevos vasos sanguíneos. El control de la PIO pasará por el uso de fármacos, la cirugía láser, la cirugía convencional o el uso de dispositivos de drenaje.

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