Prepara tu hogar para el invierno y cuida tus ojos
¿Habeis comenzado a preparar vuestras casas para el invierno?. Uno de los primeros pasos será poner a punto el sistema de calefacción: purgar los radiadores, revisar la caldera y ponerla en “modo invierno”. ¿Todo preparado? Pues no… También es necesario tener en cuenta una serie de recomendaciones relacionadas con la calefacción y que nos garantizarán que nuestro sistema visual no se va a ver perjudicado por “el calor del hogar”.
La sequedad ocular es la consecuencia más habitual de la exposición de nuestros ojos a las calefacciones, especialmente si se trata de sistemas de calefacción por aire. La baja humedad de los ambientes con calefacción puede producir sequedad en la córnea, la parte más externa del ojo, generando lo que habitualmente se conoce como “síndrome del ojo seco”, que no es otra cosa que una falta de lágrima o la producción de lágrima de baja calidad, lo que impide la correcta lubricación del globo ocular. Este síndrome puede provocar algunos trastornos visuales si no actuamos correctamente.
Existen otros agentes que pueden causar un agravamiento del ojo seco, como algunos medicamentos, la contaminación ambiental (que también es muy habitual en ciertas épocas del invierno), la exposición excesiva a la luz solar y al viento o algunas enfermedades sistémicas, como la artritis reumatoide o el lupus.
Los principales síntomas del síndrome del ojo seco son: sensación de cuerpo extraño, enrojecimiento, escozor, quemazón, picor o sensibilidad a la luz. Si el paciente es usuario de lentillas es más que probable que comience a tolerarlas mal.
Pero, ¿qué podemos hacer nosotros y que medidas podemos tomar en nuestra casa para evitar o aminorar estos síntomas del síndrome del ojo seco? En general, es recomendable parpadear más a menudo para evitar que se evapore la película lagrimal, usar lágrima artificial, beber agua abundante o descansar cuando desarrollamos actividades que requieren cierto esfuerzo visual, como trabajar frente al ordenador. En nuestra casa es importante vigilar la humedad de los espacios cerrados y, si lo necesitamos, podemos usar un humidificador y mantener el filtro bien limpio. Además, debemos evitar los lugares altamente contaminados.
En todo caso, si notamos que estos síntomas se incrementan y empiezan a afectarnos en nuestra vida cotidiana, debemos acudir a un especialista que determine cuál es su origen.
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