La miopía y el astigmatismo son dos errores de la refracción del sistema visual, al igual que la hipermetropía y la presbicia o vista cansada.
Para tener una visión correcta, es necesario que las dos partes del ojo que actúan como lentes haciendo que los rayos de luz incidan sobre la retina, la córnea y el cristalino, funcionen correctamente. La retina recibe estas imágenes y las transmite al cerebro a través del nervio óptico. El cerebro recoge esta información y la interpreta haciendo que veamos los objetos.
Cuando existe un problema refractivo es porque, debido a alguna alteración, la imagen no se enfoca de forma adecuada en la retina y esto se traduce en una visión borrosa, fruto de la disminución de la agudeza visual.
La propia anatomía del globo ocular (que este sea más corto o más largo de lo normal), ciertos cambios en la forma de la córnea o el progresivo envejecimiento del cristalino pueden ser las causas de estos problemas refractivos.
La miopía se manifiesta cuando el paciente no ve bien los objetos lejanos porque su ojo es más alargado de lo normal o porque tiene más potencia refractiva de lo habitual, de tal forma que la imagen se forma delante de la retina.
El astigmatismo, en cambio, se produce porque existe una alteración en la curvatura de la córnea que provoca que la luz se enfoque en más de un punto de la retina llevando a que el paciente tenga una visión borrosa y distorsionada de los objetos, tanto de lejos como de cerca.
La miopía y el astigmatismo pueden aparecer juntos cuando el paciente, además de sufrir el problema de esfericidad que provoca el astigmatismo, tiene un exceso de potencia de refracción de los medios transparentes del ojo (córnea y cristalino).
Esto provoca que las imágenes de los objetos situados a cierta distancia converjan en un punto situado delante de la retina. Es lo que se conoce como astigmatismo miópico.
Cuando las imágenes inciden en un punto situado detrás de la retina, aparece el astigmatismo hipermetrópico.
El astigmatismo miópico es un tipo de astigmatismo compuesto que aparece cuando este defecto refractivo parece asociado a la miopía.
Aunque no tiene por qué ser así, el astigmatismo suele aparecer combinado con la miopía o la hipermetropía en la gran mayoría de los casos. En un estudio realizado entre 11.000 usuarios de gafas en el Reino Unido, el 47,4% de los pacientes tenían astigmatismo con 0,75 dioptrías o más y el 31,7% el total tenían astigmatismo miópico.
Además de los ya comentados, el astigmatismo miópico puede hacer que se manifiesten los siguientes síntomas:
Dificultad para enfocar.
El paciente que note alguno o algunos de los síntomas descritos, debe acudir a un oftalmólogo para determinar si tiene un problema de visión y, en caso afirmativo, debe graduarse correctamente.
Una vez llegado a este punto, el oftalmólogo le puede ofrecer diversas opciones para corregir el problema:
El especialista en oftalmología recomendará al paciente la opción más adecuada para él tras evaluar su caso, teniendo en cuenta, entre otros, factores como la anatomía de su ojo, sus necesidades visuales o su edad.