La incidencia de esta patología se estima en 1 de cada 10.000 habitantes por año y en 1 de cada 1.400 habitantes a lo largo de la vida. Aparece de forma bilateral (en los dos ojos) en el 10% de los casos y es más frecuente entre los 40-70 años, siendo el pico máximo a los 54 años. Puede aparecer por igual en hombres y en mujeres.
Para que aparezca un desprendimiento de retina, habitualmente hacen falta dos requisitos: la existencia de un vítreo licuado (degenerado) y una rotura o desgarro en la retina.
Los principales síntomas que pueden indicar la presencia del desprendimiento de la retina son:
Por lo tanto, el desprendimiento de retina sólo cursa con síntomas visuales, sin dolor ni molestias.
El desprendimiento de la retina se diagnostica revisando el fondo de ojo después de la dilatación de la pupila, habitualmente usando un instrumento llamado oftalmoscopio.
El pronóstico visual depende de la existencia de desprendimiento de la mácula. Si la mácula no está afectada probablemente se mantendrá la agudeza visual preoperatoria. Por el contrario, si la mácula está afectada el resultado dependerá del tiempo de evolución.
Debido a la relevancia que tienen determinadas lesiones de la retina periférica (desgarros retinianos, agujeros atróficos, etc.) en la aparición de un desprendimiento de retina hay que tratar dichas lesiones (principalmente con fotocoagulación con láser o crioterapia) cuanto antes para evitar que ocasionen problemas más graves en el globo ocular.
En los pacientes con desprendimiento de retina en un ojo debe explorarse siempre el ojo contralateral sano con el fin de buscar y tratar de forma preventiva las degeneraciones existentes.
Además, las personas con miopía o con familiares que hayan tenido desprendimiento de retina deben realizarse periódicamente exámenes oculares completos para detectar posibles cambios en el vítreo o en la retina.
Asimismo, la aparición súbita de moscas volantes o un aumento brusco de las ya existentes, así como la aparición de destellos luminosos en el campo de visión deben ser consultados rápidamente con un especialista en oftalmología.
Por lo tanto, en un primer momento, si la retina únicamente está desgarrada y aún no se ha producido el desprendimiento, el oftalmólogo puede optar por un tratamiento preventivo aplicando un láser en la consulta (fotocoagulación) o un tratamiento con frío (crioterapia). Una vez que la retina se ha desprendido, el único tratamiento posible es la cirugía.
La cirugía del desprendimiento de la retina debe ser lo más precoz posible para mejorar así la tasa de éxito y el resultado visual final. Al paciente se le recomendará reposo postural a fin de evitar o minimizar la progresión del desprendimiento, facilitando el acto quirúrgico.
El objetivo principal será cerrar las roturas retinianas y colocar la retina en su sitio. Para ello podemos recurrir a diferentes técnicas quirúrgicas:
El desprendimiento de retina se produce por la separación espontánea de la capa interna de la retina (retina neurosensorial) del epitelio pigmentario (capa externa de la retina). Al producirse, el espacio que se forma entre ambas capas se llena de líquido y la retina desprendida no puede funcionar ni nutrirse adecuadamente, pudiendo afectar seriamente a la visión.
Se puede producir por diferentes causas:
En la mayor parte de los casos, los desgarros en la retina que desembocan en desprendimiento de retina se pueden tratar mediante cirugía con láser o por crioterapia. El objetivo es fijar la retina a la pared posterior del ojo.
Una vez que la retina se ha desprendido, el único tratamiento posible es la cirugía para su reposicionamiento a través de diferentes técnicas.
Cada año se diagnostican en España 30.000 casos de desprendimiento de retina, especialmente entre personas de 55 y 75 años.
El desprendimiento de retina puede ocurrir a cualquier edad, aunque es más frecuente en edades avanzadas.
Aproximadamente el 85% de los casos de desprendimiento de retina responden con una sola cirugía.
Cuando se produce un desprendimiento de retina, el paciente no sufre dolor. Por eso hay que estar atentos ante los síntomas que provoca.
Para prevenir la aparición de un desprendimiento de retina es esencial que la población de riesgo se someta a revisiones oculares periódicas por lo menos una vez al año. Esas revisiones deben incluir la dilatación de la pupila para poder revisar toda la superficie de la retina. Además, es necesario estar atentos a la aparición de síntomas indicadores de este problema (moscas volantes que surgen o se multiplican de repente, destellos luminosos, un telón negro...).
El pronóstico después de un desprendimiento de retina dependerá de la localización y magnitud de la patología. Además, intervendrán factores como el tiempo transcurrido hasta la aplicación de soluciones y si el tratamiento adoptado ha sido el adecuado. Si la mácula no se ha visto afectada, el pronóstico una vez aplicado el tratamiento puede ser excelente.
El desprendimiento de retina es una urgencia oftalmológica por lo que, ante cualquier sospecha, el paciente debe acudir a un especialista.
Los pacientes que ya han sufrido un desprendimiento de retina tienen más riesgo de que éste aparezca en el otro ojo, de ahí la importancia de hacer revisiones también en el ojo contralateral.