Dr. Pablo Alcocer
Especialista en: Cirugía Refractiva, Presbicia, Cataratas y Glaucoma.
Clínicas en las que atiende: Castellón.
El glaucoma ocular resulta muy difícil de detectar hasta que se encuentra en una fase avanzada, ya que no suele presentar síntomas. Es importante tener en cuenta que los daños ocasionados por esta patología son irreversibles, por eso es fundamental la prevención.
El daño que produce el glaucoma en el ojo es irreversible, por eso el diagnóstico se debe realizar cuanto antes.
Los mecanismos causantes de esta enfermedad neurodegenerativa no son muy conocidos, aunque todo apunta a que puede deberse a una elevación de la tensión o presión intraocular, por lo que los tratamientos encaminados a reducir la presión son muy eficaces para prevenir la pérdida de visión.
En la aparición de esta patología ocular también pueden intervenir otros factores, además de la presión intraocular. De hecho, las personas con mayor riesgo de padecer glaucoma son los pacientes mayores de 60 años, los parientes de pacientes con glaucoma, las personas diabéticas, los pacientes que toman esteroides de manera prolongada y las personas con presión intraocular elevada (hipertensos oculares).
Para entender el proceso de aparición del glaucoma resulta esencial conocer el funcionamiento del sistema visual:
El glaucoma, en la gran mayoría de los casos, es una enfermedad asintomática hasta fases avanzadas por eso se la conoce como "ceguera silenciosa". La pérdida de visión provocada por el glaucoma se suele producir de forma muy lenta y suele afectar primero a la visión periférica (lateral), llevando a lo que se conoce como visión de túnel.
En las variedades menos frecuentes de glaucoma los síntomas pueden llegar a ser severos e incluyen:
El carácter asintomático de esta dolencia, que es la segunda causa de ceguera en los países industrializados después de la diabetes, convierte el diagnóstico precoz en fundamental. Por eso es muy importante que las personas con perfiles de riesgo, como los pacientes con antecedentes familiares, los diabéticos, las personas con miopía elevadao los mayores de 50 años se sometan a revisiones oftalmológicas periódicas. Si la enfermedad se detecta a tiempo y se siguen las pautas del especialista, se puede llegar a frenar la pérdida visual.
La mejor manera de diagnosticar el glaucoma es que el oftalmólogo le realice al paciente un examen ocular completo. Una prueba de glaucoma que sólo mida la presión intraocular no es suficiente para detectar esta patología.
Este examen ocular completo para diagnosticar el glaucoma debe incluir, al menos, las siguientes pruebas:
Existen diferentes tipos de glaucoma, como el glaucoma de ángulo abierto y el glaucoma de ángulo cerrado, entre otros, y el tratamiento que prescriba el especialista dependerá de las características concretas de la dolencia y del paciente que la sufra, además de en qué momento se le haya diagnosticado la enfermedad y de cómo haya evolucionado.
El factor común en todos los tipos de glaucoma es el daño que se produce en el nervio óptico secundario, que suele estar relacionado con una presión intraocular elevada. Por eso, la gran mayoría de los tratamientos están dirigidos a controlar este factor.
En todo caso, debemos tener en cuenta que el daño que produce el glaucoma es irreversible y todos los tratamientos se orientarán a frenar su progresión, ralentizando el deterioro progresivo del nervio óptico y la pérdida del campo visual.
Los principales tratamientos para el glaucoma son:
La operación no suele ser la primera opción de tratamiento elegida por los especialistas para abordar los casos de glaucoma a no ser que el daño en el nervio óptico sea considerable cuando se realiza el diagnóstico. En un primer momento, el oftalmólogo suele tratar de disminuir la presión intraocular recurriendo a los fármacos en forma de colirio. Existen multitud de medicamentos disponibles para tratar el glaucoma y, en caso de que la primera elección no funcione, el médico puede modificar, tanto la dosis como el fármaco empleado.
Cuando el tratamiento con medicamentos no resulta efectivo, los médicos pueden recurrir a tratamientos quirúrgicos. La mayor parte de las operaciones para tratar el glaucoma están orientadas, bien a frenar la producción de humor acuoso, o bien a mejorar el drenaje de ese humor acuoso.
La mitad de los casos de glaucoma se encuentran sin diagnosticar porque es una enfermedad que no suele dar síntomas.
En muchos casos, el paciente percibe los primeros síntomas de disminución del campo visual provocada por el glaucoma porque tiene dificultades para bajar las escaleras o esquivar algunos objetos.
Aunque por lo general el glaucoma se asocia a una elevación de la presión intraocular por encima de los valores normales, existen pacientes en los que esta relación no se presenta. En este caso hablamos de glaucoma con presión intraocular normal, glaucoma normotenso o glaucoma de baja tensión.
Por otro lado, no todas las personas que tienen una presión intraocular alta tienen glaucoma, aunque sí tienen riesgo de desarrollar la enfermedad y, por tanto, de que se produzcan daños en el nervio óptico.
Como hemos comentado con anterioridad, en las primeras fases de la enfermedad el paciente con glaucoma puede no percibir los cambios visuales que este provoca, ya que en un primer momento se ve afectada la visión periférica de forma gradual. Si la enfermedad va progresando, el paciente percibirá que su visión va adquiriendo forma de túnel hasta que también se ve afectada la visión central. La pérdida de visión.
Cualquier estrategia de tratamiento de la enfermedad tiene como objetivo controlar la presión intraocular para evitar que se produzcan daños en el nervio óptico. Para ello, los oftalmólogos especializados en glaucoma pueden emplear fármacos, cirugía láser y cirugía convencional.
La pérdida de visión provocada por el glaucoma es irreversible. Sin embargo, si este se diagnostica a tiempo y se establece un tratamiento, con el adecuado seguimiento por parte del especialista y atención por parte del paciente, es muy probable que este pueda llegar a conservar la vista.
Por lo tanto, para prevenir el glaucoma en el caso de los pacientes que tengan algún antecedente familiar se recomienda realizar un examen oftalmológico completo antes de los 20 años de edad. En el caso de pacientes sin factores de riesgo aparentes, se sugiere realizar un estudio del ojo a partir de los 40 años.