Los principales factores de riesgo que propician la aparición del agujero macular son:
Las manifestaciones clínicas de esta patología dependen del grado de evolución en el que se encuentre el agujero macular. Al inicio no suele dar síntomas y, en el último grado, se produce una importante pérdida de la visión central ya que este problema afecta a la mácula, la zona de la retina encargada de la visión de los detalles y de la visión central. Por lo tanto, los principales síntomas oculares del agujero macular son:
Podemos clasificar los agujeros maculares en función de varios factores.
El médico oftalmólogo al revisar el fondo de ojo una vez dilata las pupilas verá el agujero macular.
Para su estudio se emplea la OCT (tomografía de coherencia óptica) como método principal, que permitirá establecer a los médicos qué grado de evolución tiene el paciente, ya que esta prueba ofrece muchos datos y una amplia información sobre el estado de la retina. La tomografía de coherencia óptica permite medir el espesor de esta capa interna del ojo y también se puede observar si existe inflamación y/o líquido.
El tratamiento del agujero macular siempre es quirúrgico y, previamente, se debe valorar el estado de la salud visual del paciente, por ejemplo, si existen otras enfermedades o se observa indicio de la aparición de cataratas.
Debe realizarse una vitrectomía con eliminación de la capa más interna de la retina, llamada membrana limitante interna. Esta membrana suele ser la que ha producido la tracción y rotura en la mácula.
Durante el postoperatorio el paciente deberá permanecer boca abajo unos días ya que en la intervención que se realiza en las clínicas se colocan unas burbujas de gas dentro del ojo y esta postura ayudará al cierre del agujero.
La recuperación de la visión después de la vitrectomía dependerá del tiempo de evolución del agujero macular y del daño que se haya producido en la mácula hasta la aplicación de los tratamientos por parte del oftalmólogo.
Si la cirugía se realiza durante las primeras fases de la enfermedad suele tener muy buenos resultados y la recuperación de la visión es casi total en el paciente. Por esta razón es muy importante realizar un diagnóstico precoz de la enfermedad y una cirugía temprana para conseguir recuperar la agudeza visual.
Una vez aparece un agujero macular la posibilidad de que se cierre espontáneamente es muy pequeña.
La tomografía de coherencia óptica (OCT) se ha convertido en una prueba básica para el diagnóstico y seguimiento de los agujeros maculares, ya que proporciona detalles del estado de la mácula que no se pueden observar exclusivamente a través del análisis del fondo del ojo.
Si el paciente tiene el agujero macular desde, más o menos, hace un año o menos de un año, la cirugía conseguirá cerrar la lesión en un 90% de los casos. De ahí la importancia de la prevención y de los controles rutinarios.
El paciente que tiene un agujero macular puede notar visión borrosa (disminución de la agudeza visual) y frecuentemente distorsionada (ve curvas las líneas rectas). Además, también puede percibir zonas oscuras de visión, especialmente en la parte central del campo visual (escotomas).
El agujero macular se suele diagnosticar en la consulta del oftalmólogo a través de una exploración del fondo del ojo después de dilatar las pupilas del paciente. En el proceso de diagnóstico se suelen solicitar otras pruebas como una OCT (tomografía de coherencia óptica) o una retinografía.
Los controles oftalmológicos regulares permiten detectar lesiones en la retina o en el fondo de ojo que, de lo contrario, podrían pasar desapercibidas. Por este motivo es importante que la población de riesgo (por ejemplo los miopes magnos o las personas que ya han tenido un agujero macular en cualquiera de sus ojos) se realice revisiones oftalmológicas completas como mínimo una vez al año.
El tratamiento del agujero macular es siempre quirúrgico. A la cirugía que se realiza para cerrar estas lesiones se le conoce como vitrectomía.
A través de este procedimiento, y con gran meticulosidad, se elimina la parte más superficial de la retina para que el vítreo no siga traccionando.
El pronóstico final de la visión dependerá, en gran medida, de la habilidad del cirujano, además de otros factores, como el tiempo de evolución, el tamaño y el origen del agujero macular.