El queratocono es el tipo más de común de queratectasia o ectasia corneal, un grupo de enfermedades degenerativas que originan el progresivo adelgazamiento, debilitamiento y deformación de la córnea. El queratocono se puede desarrollar sólo en un ojo o en los dos ojos a la vez, aunque casi siempre suele ser queratocono bilateral (afecta a los dos ojos).
A medida que evoluciona la enfermedad, la córnea adopta una forma cónica irregular debido a la alteración interna del tejido, que se manifiesta en el adelgazamiento de la estructura corneal en su zona central o paracentral.
Como hemos comentado, el queratocono es una patología degenerativa. Por eso, algunos autores han establecido diferentes clasificaciones en función de valores de refracción, queratometría, paquimetría, hallazgos clínicos, aberraciones corneales, agudeza visual con corrección? Hablan así de queratocono en grado I, II, III o IV.
La córnea es una de las partes más importantes del ojo. La luz entra en el ojo a través de la córnea que la refracta o enfoca para que podamos ver con claridad. Cuando una persona padece queratocono, la forma de la córnea está alterada y la visión se distorsiona. De hecho, el queratocono puede llegar a hacer difíciles algunas actividades como conducir, escribir, leer o ver la televisión.
El queratocono se suele manifestar de alguna de estas formas:
Los primeros síntomas del queratocono suelen aparecer durante la pubertad o la adolescencia temprana y es habitual que progresen hasta los 30 ó los 40 años, cuando normalmente se detiene su evolución, aunque la enfermedad puede volverse estacionaria en cualquier momento
A veces, el queratocono aparece a edades más avanzadas y, en este caso, no es habitual que degenere tanto, ya que el?astigmatismo?que suele asociarse a esta enfermedad es menos importante que en el caso de los pacientes de menor edad.
En las primeras fases de la enfermedad, la visión puede verse afectada ligeramente por algún problema refractivo (hipermetropía, miopía y astigmatismo) y es común que el paciente perciba deslumbramientos, sensibilidad a la luz e irritación.
La visión borrosa, la existencia de visión doble o de halos, el dolor, la fotofobia o la pérdida del brillo y la transparencia de la córnea son, entre otros, algunos síntomas que obligan a sospechar de la existencia de alguna patología corneal. En este caso, el paciente debe acudir al oftalmólogo para que evalúe su situación y valore la posibilidad de que esté desarrollando un queratocono.
Otro de los síntomas del queratocono es que el paciente suele tener una visión distorsionada de las imágenes, que puede afectar a un ojo o a los dos debido a que es frecuente que la enfermedad se desarrolle de forma asimétrica. Cuanto más avanzada esté la ectasia (adelgazamiento o degeneración de la córnea asociada al queratocono), más posibilidad habrá de que ésta afecte a los dos ojos.
Con el paso del tiempo, es habitual que la córnea vaya perdiendo grosor y se deforme poco a poco provocando una pérdida de la agudeza visual por astigmatismos cada vez más elevados e irregulares que, raramente podrán ser corregidos con gafas o lentes de contacto.
La velocidad del empeoramiento de la enfermedad varía en cada paciente. Es posible, desde una progresión rápida en la adolescencia temprana, hasta un desarrollo más lento de la enfermedad sin que se manifiesten síntomas del queratocono hasta edades avanzadas.
Las causas del queratocono no se han concretado de forma específica en la actualidad, aunque en muchos casos existen antecedentes de los cambios corneales típicos de esta enfermedad en la familia del paciente.
En general, el queratocono suele aparecer en pacientes que padecen algunos tipos de enfermedades dermatológicas, como la dermatitis atópica; en pacientes que son muy alérgicos y se frotan mucho los ojos; y, en un 15% de los casos, tiene un carácter hereditario.
Por lo tanto, las principales causas conocidas del queratocono son:
La vía de abordaje para el tratamiento del queratocono dependerá del grado de evolución en el que se encuentre la enfermedad. En la actualidad, no existe una cura total para el queratocono, sino que los tratamientos frenan su evolución o la ralentizan.
No existen medidas preventivas para evitar la aparición del queratocono, pero gracias a estos tratamientos los oftalmólogos especialistas en córnea sí suelen conseguir frenar su evolución o ralentizarla.
Las revisiones visuales periódicas resultan esenciales, especialmente cuando existen antecedentes familiares de la enfermedad u otros factores que puedan hacer sospechar de su posible aparición.
En el caso de las formas leves de queratocono, en ocasiones sólo pueden ser detectadas en una revisión oftalmológica general ya que no producen alteraciones visuales y sólo se diagnostican con estudios topográficos. En el caso de los queratoconos que evolucionan muy rápidamente, una detección precoz, especialmente cuando la enfermedad es prácticamente asintomática, puede evitar una mayor degeneración corneal y, en su caso, el trasplante de córnea.
Un 15% de los pacientes con queratocono lo son por causas genéticas.
Casi el 80% de los pacientes diagnosticados de queratocono son menores de 30 años.
El queratocono se suele transmitir de padres a hijos y, por eso, suele manifestarse en pacientes jóvenes.
De hecho, en los niños el riesgo de progresión y la velocidad de empeoramiento de la enfermedad es mayor que en los adultos, ya que el aumento en la rigidez de la córnea que se produce a medida que cumplimos años dificulta que esta enfermedad evolucione. Por esta razón, los especialistas recomiendan a los familiares directos de los pacientes con queratocono que se sometan a exámenes visuales de forma periódica.
Es importante recordar que el queratocono no se puede prevenir, pero sí podemos frenar su evolución. Por eso resulta fundamental el diagnóstico precoz de la enfermedad, ya que puede evitar que la patología avance hasta que el paciente pueda llegar a requerir un trasplante de córnea. De hecho, el queratocono es la primera causa de trasplante en pacientes jóvenes.
El médico oftalmólogo debe sospechar de la posible existencia de un queratocono en casos de pacientes entre 10 y 25 años en los que se ha producido un rápido aumento de la miopía y que, además, muestran un astigmatismo irregular elevado. Así es como se puede detectar el queratocono.
La visión de la persona con queratocono va empeorando y modificándose a medida que la enfermedad va avanzando, si esta no se estabiliza. Por lo tanto, una persona con queratocono verá de una forma u otra en función del grado de afectación de su córnea.
A medida que la córnea va adoptando una forma más irregular (más cónica), el paciente pierde agudeza visual debido al desarrollo de una miopía progresiva y de un astigmatismo irregular. Esta agudeza visual permanece alterada, incluso cuando el paciente usa sus gafas o lentes de contacto. La visión poco a poco se vuelve cada vez más distorsionada y borrosa.
Adicionalmente, también pueden aparecer síntomas como la fotofobia, irritación ocular, halos o dolor, entre otros.
Sí si el oftalmólogo lo aconseja y siempre teniendo en cuenta que el uso de gafas o lentes de contacto no va a detener la progresión del queratocono, sino que estas se utilizan exclusivamente para corregir la graduación, especialmente en pacientes que se encuentran en las primeras fases de la enfermedad.
Existen multitud de lentes de contacto (blandas, rígidas, híbridas, semiesclerales?). En este caso, es fundamental dejarse aconsejar por el oftalmólogo o por el óptico-optometrista para conseguir una buena visión.
Cuando las lentes de contacto resultan un problema para el paciente o cuando su enfermedad a evolucionado y estas ya no son útiles, el oftalmólogo valorará otras alternativas, como el crosslinkin corneal, el implante de anillos intraestromales o, en última instancia, el trasplante de córnea.
Se dice que un paciente tiene queratocono frustro o subclínico cuando el oftalmólogo sospecha que el paciente puede tener un queratocono sutil o incipiente por la presencia de datos anormales en su topografía. Los pacientes que presentan queratocono subclínico pueden no llegar a desarrollar nunca la enfermedad, pero deben ser sometidos a exámenes oftalmológicos periódicos para realizarles un seguimiento.